El nuevo año comienza con incertidumbre en el motor. Los motivos son varios: el desplome de las ventas del diésel, la desaceleración de mercados extranjeros, el brexit y la falta de motores homologados. “Es una situación de incertidumbre total. Llevamos cuatro meses de descensos productivos tanto en España como en Europa. Hemos caído todos”, dice Joaquín Ferreira, responsable de la industria del automóvil en Comisiones Obreras.
“Las plantas que vendan a países con medidas proteccionistas tendrán un año complicado. De todas formas, se hizo un esfuerzo durante la crisis para que las factorías diversificasen más sus destinos”, explican desde Anfac, asociación que representa a los fabricantes de coches en España. Desde la patronal esperan un “año complejo, pero no negativo”, con unos números de producción parecidos a 2018.