El coche se ha convertido en el nuevo objetivo a eliminar por parte de la izquierda cool o, si se prefiere, la izquierda sandía (verdes por fuera y rojos por dentro). Primero fueron los «ayuntamientos del cambio», presididos por las marcas blancas de Podemos, los que declararon la guerra a este medio de transporte aplicando exagerados protocolos de contaminación y restringiendo la circulación por el centro de las ciudades, al tiempo que amenazaban con impedir la entrada de vehículos diésel. Y ahora es el Gobierno del PSOE el que, yendo un paso más allá, pretende prohibir la matriculación de turismos y furgonetas que emitan CO2, lo cual afectaría a los motores de gasolina, diésel, gas e incluso híbridos.