El mercado del automóvil cerró el pasado ejercicio en España con un balance más positivo del que los grandes fabricantes preveían ante la debilidad de la demanda y la entrada en vigor de los nuevos test de emisiones (WLTP por sus siglas en inglés) desde el 1 de septiembre, que afectaban especialmente a los vehículos que funcionan con gasóleo. Ambos hechos han provocado dos hitos sin precedentes en la historia reciente: que las matriculaciones de coches cayeran durante cuatro meses consecutivos (de septiembre a diciembre) y que lo hayan hecho en diciembre, algo que no sucedía desde 2012, el año más duro de la crisis económica en España, con la amenaza de un rescate financiero en ciernes.
Pese a ello, el pasado ejercicio se cerró con 1,32 millones de coches matriculados, lo que supone un crecimiento del 7% en un contexto lleno de incertidumbres. Se trata del avance más bajo desde 2013 y aun así los fabricantes dan por bueno el resultado en un contexto marcado por muchas incertidumbres. Pese a que la entrada en vigor del WLTP obligó a los concesionarios a realizar adquisiciones masivas de vehículos para asegurar el suministro a sus clientes, los tres grandes compradores de coches en España (particulares, concesionarios y alquiler) han crecido.