Cuando, hace ya bastantes años, se empezó con esto de la movilidad eléctrica, era poco menos que un sueño. Algo que no se podía tocar, desde luego. Historias que contaban algunos fabricantes de automóviles y que los periodistas tocábamos casi de lado. Ciencia ficción, pensábamos unos; ‘Pues no está verde el tema ni nada’, decíamos los otros. Aunque los enchufes siempre han estado presentes, no ha sido sino a partir de hace una década, quizás un poco más, cuando el coche eléctrico ha monopolizado ruedas y ruedas de prensa en los Salones Internacionales del Automóvil, citas en las que, por cierto, cada vez hay menos espacio para los vehículos. No han sido los avances puros de la tecnología, sino las restricciones legales a los sistemas de combustión tradicionales lo que está convirtiendo el discurso eléctrico en algo cotidiano para todos.