Cambio de década, cambio de negocio
Silenciosamente, sin que nos demos apenas cuenta, una nueva normativa europea, vigente desde el pasado 1 de enero, obligará a los grandes grupos automovilísticos a reducir drásticamente sus emisiones, so pena de verse abocados a pagar millonarias multas que podrían socavar su propia viabilidad. Esta normativa, llamada popularmente CAFE (Corporate Average Fuel Emissions), hará que a partir de ahora las marcas intenten venderle a usted un coche eléctrico, o incluso un diésel, porque eso rebajará la media de emisiones respecto a un gasolina y por tanto sus cuotas de emisiones medias, que no podrán rebasar los 95 gramos de CO2 por kilómetro en toda su gama de coches vendidos.
Las emisiones medias en el 2019 en España fueron de 122 gramos, por lo que el objetivo queda lejano. De ahí que los concesionarios españoles anden a la caza ya de clientes de coches eléctricos, incluso en provincias donde no hay todavía restricciones al tráfico de ningún tipo, o incluso de coches con pequeños motores diésel, que son los únicos capaces de no superar esos 95 gramos que marca el límite entre la gloria o el castigo.
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Fuente: La voz de Galicia